A cargo del pastor Karpastóstenes y suis pésimas palabaras
Hermanos y hermanas, hoy quiero compartir con ustedes una parábola que me llegó en una pesadilla la última noche de borrachera: la parábola del mosquito ignorante.
Sí, ese mosquito que no sabe ni por dónde vuela ni hacia dónde va, pero que no nos deja torrar en paz, nos atormenta… ¡ese mosquito que chupa la sangre de los fieles y de las fielas sin remordimientos aunque sea coagulada! ¡y sin importarle el sabor!
Él vive en un mundo donde la única ley es la de chupar y chupar la sangría que no ha pagado y sobrevolar alrededor de las orejas de la feligrecía toda. No tiene miedo, ni prejuicios, ni preocupaciones, ni dinero. Sólo sigue su instinto, se mama y hace lo que quiere.
¿y quién no ha pensado alguna vez por qué no podemos ser como el mosquito ignorante? ¿Por qué tenemos que preocuparnos por cosas como el sueldo, el trabajo o la educación de nuestres filhos? ¿Por qué no podemos simplemente chupar la sangre y ser felices?
Pastor Karpoatóstenes
Imagínense por un momento, hermanos y hermanas, que somos mosquitos ignorantes. No tendríamos que preocuparnos por lavar la ropa, por la casa en la que vivimos o por el diezmo que tenemos que pagar sí o sí cada semana. ¡Seríamos libres! ¡libertarios! ¡qué vergüenza!
Pero, ¿saben qué? Ser un mosquito ignorante no es tan fácil como parece. También tienen sus problemas. Por ejemplo, ¿cómo se cortan las uñas? ¿Cómo se ponen las medias? ¿Cómo se lavan las alas? ¡Son preguntas importantes, hermanos y hermanas!

La verdad es que, aunque parezca una locura poética, los mosquitos son una metáfora de nuestras propias vidas. Sí, así es, ¡los mosquitos son nuestras vidas! ¿No me creen? Permítanme explicarles. Escuchen… oigan la parábola y aprendan de una maldita vez… zanguangos míos!
El mosquito ignorante volaba en la oscuridad, chocando constantemente contra las paredes y esquivando los manotazos. Era un mosquito que no sabía cómo encontrar su camino del buen aire hacia la congregación de general paz. Un día, este mosquito estaba perdido en el cruce de Varela y allí se encontró con una araña sabia, enredada en unos cables que ella misma había tejido para pescar giles, una araña electricista técnicamente, y le preguntó:
“¿Cómo puedo encontrar mi camino en la oscuridad?”
La araña respondió en su idioma retorcido y sin retórica:
“Mosquito ignorante, pedazo de bestia en miniatura, solo necesitas colgarte de la luz. Sigue la luz, de led, diodo o filamento, qué más da?; y encontrarás tu camino sin pagar peaje ni facturas”.
El mosquito, obviamente, no entendió ni jota de las palabras sabias de la araña porque no había terminado sus estudios primarios y así sin pensar siguió chocando contra las paredes y drogándose con todo tipo de insecticidas y agrotóxicos. Adorando a Raid y a Monsanto vivía este mosquito desquiciado… ¡Sinvergüenza, descarriado!
Reflexionesmo pues… ¿No es este mosquito un poco como nosotros, hermanos y hermanas? ¿No seguimos chocando contra las paredes de nuestras vidas y consumiendo aquello que nos daña en lugar de buscar la luz? A veces, estamos tan ciegos por nuestra propia ignorancia que no podemos ver lo que está justo delante de nosotros: ya sea una enorme y triste pared despintada, ya sea un peaje, ya sea la factura de la electricidad o la cuota del diezmo. ¡Gloria a Estefan! Aleluiiia!
Pero no todo está perdido, hermanos, hermanas y hermanastres. Yo estoy aquí para decirles que podemos buscar la luz, como nos dijo la araña sabia. Podemos abrir nuestros ojos y rejurjitirizar el camino que nuestro señorito ha puesto delante de nosotros. ¡Alegruya!

Así que les digo, hermanos y hermanas, ey bros, no seamos como el mosquito, espantemos la ignorantitividad de nuestras oscuras vidas. Paguemos la luz y encontremos nuestro camino. Y recordemos siempre las palabras sabias de la araña:
“Solo necesitas buscar la luz, aunque sea de una lamparita”.
Amén-izaos les unes a les otres…. solo acá, en monodoweeebon seréis iluminati!